El peligro de los pagos a plazos

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“Comprar ahora y pagar después” se ha convertido en un reclamo para millones de comercios. Este argumento publicitario que utilizan muchas tiendas esconde detrás de si métodos de pago que pueden suponer el pago de intereses elevados e incluso la usura. Por ejemplo, uno de los más utilizados es el pago a plazos. Esta forma de comprar, muy popular en Estados Unidos y que cada vez se extendida en España, te permite no realizar el pago total sino aplazarlo en el tiempo. A priori puede parecernos todo ventajas, pero también conlleva muchos inconvenientes asociados a los que hay que estar atentos como consumidores.

El pago a plazos es un modelo de cobro que nos permite dividir el importante total de la compra en diferentes cuotas. El objetivo de pagar a plazos es doble: por un lado, ofrecer una forma de pago flexible a los clientes y por otro hacer mucho más fáciles sus compras. ¿Pero hay truco en este tipo de modelo de cobro? El consumidor que elige dicha forma de pago puede sufrir grandes cargos por intereses o comisiones asociadas, si no realizar los pago a tiempo. Por ello, es importante comprobar minuciosamente los términos y condiciones de los plazos de pago para evitar sorpresas.

Obviamente, en ocasiones, es necesario contar con una cantidad de dinero de forma urgente para comprar un producto imprescindible en nuestro día a día que se ha estropeado: un ordenador, una nevera, una lavadora, etc. y ante la falta de liquidez la opción a la que más consumidores recurren es a la financiación que ofertan los comercios. Cabe destacar que muchos de estos ofrecen la financiación sin intereses, pero en otras ocasiones, la mayoría de ellas, los plazos van sujetos a intereses (por lo que terminamos pagando más dinero por el producto final) Es verdad, que la financiación de las compras es una buena herramienta si se sabe utilizar con inteligencia, pero muchas de nuestras compras van asociadas, además, a una línea de crédito de la cual “tiramos” ante otros imprevistos: y aquí es donde comienza el problema.

 

IKEA, Carrefour, El Corte Inglés ¿quién no tiene una de sus tarjetas?

Comprar un coche a plazos o una vivienda es algo habitual pero cada vez más consumidores financian sus compras menores (como electrodomésticos, artículos de decoración, aparatos electrónicos o terminales móviles, por ejemplo) por lo que es muy común que en tiendas de referencia como pueden ser Ikea, Carrefour o, la gran superficie española por excelencia, El Corte Inglés permitan a sus clientes acceder a sus tarjetas con el fin de financiar sus compras. Lo que muchos consumidores no saben es que cuando eligen realizar una compra a plazos, en su esencia, estás pidiendo dinero prestado con la promesa de pagarlo en un lapso de tiempo específico.  Recientemente el Corte Inglés cambió su tarjeta por un nuevo formato, que lanzó junto a MasterCard, convirtiéndose en una tarjeta de crédito domiciliada a la cuenta del cliente.

Compras que no se les cobra en el momento, ya que, gracias a pagar con ella, el cobro es a mes vencido. Pero no se trata solo de comprar hoy y pagar mañana sino de adaptar los pagos a la capacidad financiera actual. Pero pagar a plazos puede hacer que las compras sean más costosas (a menos que la tarjeta de crédito tenga un 0% de interés anual, cosa que no pasa) por lo que probablemente pagues intereses, incrementando tu deuda. De la misma forma puede afectar a tu historial crediticio si no tienen cuidado y eres responsable con los pagos. Pero no exclusivamente por no cumplir con tus obligaciones financieras, sino que tu ratio de uso de crédito aumentará si solo haces compras a plazos lo que puede perjudicarte. Y todo ello, tiene como consecuencia, que si pagas los intereses de muchas compras financiadas probablemente tengas menos dinero para guardar para un fonde emergencia, gastos futuros o ahorro.

¿Cómo saber si mi pago a plazos o mi tarjeta contienen cláusulas abusivas?

Una cláusula abusiva es una condición contractual no negociada que cuenta con un perjuicio para el consumidor. Se tratan de condiciones que están sujetas a cumplimiento por contrato que, al no ser de lo más populares para propiciar la firma de estos, se suelen esconder o disfrazar para que no resulten tan cuestionables para el consumidor. Por ello, desde Aliter Abogados, nos recomiendan que para detectar una cláusula abusiva lo primero que hay que hacer es leer absolutamente todo el contrato (lo que incluye la letra pequeña, si la hubiera) Las cláusulas abusivas van a ser todas aquellas en las cuales tú no has dado tu consentimiento, por lo que han sido establecidas de manera unilateral. Por ejemplo, la comisión de impagado asociada a la tarjeta, que muchas veces se entiende como condición del servicio pero que es decidido de manera específica por la financiera y en algunas ocasiones puede ser abusiva.

Las tarjetas revolving son un ejemplo perfecto de un producto bancario que cuenta con cláusulas abusivas asociadas. Estas tarjetas se hicieron muy populares para fomentar el consumo, ofreciendo crédito cuando se llevaban a cabo las compras. El principal problema de estas son sus cláusulas abusivas que estipulan unos intereses que se consideran muy elevados y como consecuencia de ello: el propietario de la tarjeta no para de pagar intereses mientras se sigue acumulando al capital adeudado. Contar con unos buenos abogados especialistas en abusos bancarios, como el equipo legal de Aliter Abogados, es fundamental para detectar estos abusos y poner fin a una situación que, en muchas ocasiones, llega a ahogar a los consumidores.

En la actualidad, es fundamental estar informados sobre nuestros derechos financieros, especialmente en lo que respecta a las tarjetas revolving o de pagos a plazos. Revisar detenidamente las condiciones con el fin de detectar las tasas de interés y descartar que las tasas de interés no se consideren abusivas y se excedan de los límites establecidos por la normativa vigentes. Si te ves afectado por intereses excesivos en tu tarjeta, es crucial entender que tienes derecho de reclamar. Esta acción no solo puede resultar un alivio para el afectado, sino que también contribuye a fomentar prácticas financieras justas y transparentes.

 

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