La digitalización de las obras musicales

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Durante los últimos treinta años, los procesos de digitalización han supuesto una espada de doble filo para el mundo musical. Si bien la tecnología ha permitido una explosión en el número de creaciones, facilitando enormemente los procesos de creación y distribución, mediante la posibilidad de crear copias perfectas, prescindiendo del ya obsoleto soporte analógico y la globalización de internet, esta facilidad la hora de acceder, modificar y distribuir todo este material protegido, ha supuesto un dolor de cabeza para los responsables de las industrias y creadores, que han visto cómo se vulneraban sus derechos de manera sistemática o incluso aparecían nuevas formas no contempladas en las distintas legislaciones de alterar el contenido protegido. Sin duda, este ha sido el reto más importante para la Propiedad Intelectual desde que se concibe como hoy la entendemos.

Existen especialistas que se preguntan si el copyright sobrevivirá a las nuevas tecnologías, mientras que otros se decantan por defender la creación de nuevas normas y maneras de entender este mercado para que en esta nueva era sobreviva el copyright. Hemos cambiado del tradicional método de producción y distribución donde era necesario la intervención de los distintos profesionales del sector, que contaban con los conocimientos y los medios, a un nuevo ámbito donde se han democratizado estos procesos de creación y distribución.

Esta libertad ha supuesto una redefinición de la noción de los derechos exclusivos de los autores, como el de paternidad o integridad de la obra al verse estos constantemente afectados por los terceros no autorizados gracias a las obras objeto de la digitalización, que ha permitido que obras preexistentes se fragmenten y se distribuyan siendo puestas a disposición del púbico en la red, alterándose y omitiendo toda referencia al autor original. Esto ha resultado muy difícil para los autores a la hora de intentar frenar estas infracciones ya que, en muchos casos, ni son conocedores de las mismas. ¿Pero qué ocurre con los usuarios? ¿Se está siendo totalmente justos con ellos, o se les inculca culpa sin ningún tipo de análisis previo? Aunque resulte llamativo, la digitalización también ha supuesto un quebradero de cabeza para los usuarios. Tal es la multitud y variedad de los contenidos que no hacen mención del autor original de los mismos, que ciertos usuarios no pueden saber a ciencia cierta si el material que están usando está realmente libre derechos o ni siquiera si quien aparentemente se atribuye la autoría, es realmente el autor o si estamos ante una obra musical original o una transformación de esta.

En los últimos años, toda una nueva generación de técnicas y formatos musicales como el “remix”, el “sampling” o el “mashup” han tomado ventaja de los procesos de digitalización y de la difusión en la red. Procesos nuevos basados en las modificación y difusión de contenidos que han permitido desarrollar un “arte de apropiación” sobre las creaciones culturales.

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