El derecho a la intimidad en el estado civil

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Estamos en una ventanilla y nos preguntan por nuestro estado civil, debiendo públicamente revelar gran parte de nuestra historia. En muchos países se reduce a casado o no casado, mientras que en España se mantienen cinco estados civiles desde los años 80.


No es un debate nuevo y en los países anglosajones ya se planteó hace tiempo, cuando algunas
mujeres protestaron porque en los tratamientos de cortesía se conocía su estado civil según se
referían a ellas como señora o señorita, algo que no ocurría con sus compañeros varones, que todos
eran señores. Así se introdujo el famoso “Ms.”, fórmula por la que opta toda la que no desea
desvelar su situación o no de compromiso.

En los países hispanos existe disparidad al respecto; en España, por ejemplo, la palabra señorito
tiene una connotación bien distinta a la referir que un hombre es soltero. Por su parte, el uso del
señorita, ha ido perdiendo terreno en los últimos años. Fórmula antaño extremadamente común para
dirigirse a la dependiente de unos grandes almacenes, a una telefonista o a una azafata, hoy parece
resistir en las aulas de los más pequeños para llamar a su maestra, pero con independencia de su
estado civil que a esas edades poco importa. Incluso el señor o señora han ido decayendo en uso en
muchos ámbitos.

Sin embargo, aún persisten muchos sitios donde se nos pregunta directamente por nuestro estado
civil, como cuando vamos al notario o a la oficina del padrón municipal, aunque ya ha desaparecido
de otros como del carné de identidad, y es que si existe aquello que llamamos intimidad, con una
legislación bastante dura en cuanto a la revelación de datos de carácter personal se refiere, resulta
curioso sin embargo que debamos ir contando la historia de nuestra vida todavía en las ventanillas
de algunas oficinas: divorciado o viudo, o soltero a los cuarenta y cinco, dice mucho de nosotros.

Y hablando de los países hispanos, en algunos como Méjico sólo existen dos estados civiles: en
matrimonio o fuera de él. No importa porqué razón, si estás casado no se contempla otra posibilidad
y si no lo estás ello es indiferente a la razón que lo haya provocado. Evidentemente, la dimensión
jurídica que otorga el matrimonio a los contrayentes, protegida en los más altos niveles legislativos,
siendo materia constitucional en todos los Estados del mundo desarrollado, sí implica su publicidad.
Entre otros, por ejemplo, para no volver a casarte, ya que la bigamia o poligamia no están
permitidas en Occidente. Pero un elemento es la publicidad jurídica y otra la vida personal.

Los anglosajones ya crearon un término neutro para las mujeres que no desean desvelar su estado
civil y puede que haya llegado el momento de revisar el abanico de estados que contemplamos:
soltero, casado, separado, divorciado y viudo.

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