Mediación Familiar: La Ira en los procedimientos de divorcio (I)

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Probablemente uno de los retos más importantes y difíciles para el mediador sea tener la maestría y capacidad para manejar los brotes de ira en las sesiones de mediación.Pese a que son ya muchos los estudios llevados a cabo acerca de la ira y las personalidades propensas a las mismas, son todavía muy escasos aquellos que se refieren a cómo debe ser manejada la ira por un mediador avezado.El caso es que, a nuestros despachos, acuden personalidades problemáticas poco accesibles a la negociación, a la aproximación y al entendimiento. Quienes bregamos en el mundo de la mediación familiar e intentamos transformar la discordia en acuerdos estables, percibimos día a día que ha aumentado notablemente el nivel de irascibilidad en la población en general y que los conflictos producidos por reacciones iracundas incontroladas son cada vez más cuantiosos.Este tipo de conflicto, en el que las partes mantienen altos niveles de encono, ira, desprecio por el otro acaba minando las energias propias y enfermando a los contendientes (los miembros de las parejas)  arruinando sus propias vidas y marchitando la infancia de sus hijos, condicionando gravemente su futuro. Por todas estas razones, y por muchas otras, la mediación familiar se convierte en elemento imprescindible, canalizando debidamente la agresividad y la ira y transformando los impulsos agresivos en modos civilizados de entendimiento y concordia. A tal fin, los mediadores nos formamos en técnicas que faciliten este control y disuadan a las partes de su utilización en las sesiones de mediación y en sus propias vidas. Gracias a la mediación familiar podemos y debemos reencauzar los conflictos en los que la ira forma parte esencial del conflicto y manejar con pericia estas circunstancias, de tal forma que los mediadores contribuimos a la paz social. Desde el punto de vista legal debemos recordar a los padres que sus obligaciones están perfectamente establecidas en el artículo 154 del Código Civil, en el que se señala que: "La patria potestad se ejercerá siempre en beneficio de los hijos, de acuerdo con su personalidad, y con respeto a su integridad física y psicológica".

Debemos partir de la idea de que la "ira" no es una emoción cualquiera.La complejidad de conceptualización de la ira estriba en su definición. Si acudimos al Roget's University Thesaurus y hacemos una búsqueda del término “anger” (ira, en inglés) nos daremos cuenta de que son múltiples los campos lingüísticos que abarca. Entre otros:

  •  Violencia
  •  Excitación
  •  Excitabilidad
  •  Ausencia de Excitabilidad
  •  Resentimiento
  •  Perdón
  •  Venganza

Encontraremos aproximadamente más de trescientas entradas, de las cuales muchas de ellas son frases hechas y referencias literarias.La ira es un concepto polisémico, que ha ido evolucionando a lo largo de la historia, que reproduce un estado del ser en su totalidad y que ha sido abordado desde los orígenes de la raza humana desde diferentes campos de investigación y con valores contrapuestos.Si nos atenemos a lo que dice de ella el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, vendría definida como:ira.(Del lat. ira).1. f. Pasión del alma, que causa indignación y enojo.2. f. Apetito o deseo de venganza.3. f. Furia o violencia de los elementos.4. f. pl. Repetición de actos de saña, encono o venganza.descargar la ~ en alguien.1. loc. verb. Desfogarla contra él.~ de Dios.1. loc. interj. U. para manifestar la extrañeza que causa algo, o la demasía de ello, especialmente cuando se teme que produzca sus malos efectos contra nosotros.llenarse alguien de ~.1. loc. verb. Enfadarse o irritarse mucho.Sin embargo, esta definición no refleja las diferentes concomitancias de la ira, tal y como es entendida por los estudios científicos, sociales, jurídicos, antropológicos y literarios.No obstante, de esta definición podemos extraer diferentes aspectos. La ira se trata, por tanto, de una pasión que es la causa de la indignación y el enojo, que mueve a la venganza, que despierta la violencia y la agresividad, que es reiterativa en el tiempo y se aprecia en actos de saña, encono y venganza.Por tanto, cabría decir que la ira es una respuesta emocional y fisiológica a otra emoción primaria que causa tanto dolor emocional y/o físico. Está fundamentalmente asociada a perturbaciones en el sistema límbico, que es el área cerebral más antigua y que está destinado a proveer protección y prepararnos para defendernos de situaciones potencialmente peligrosas.La comunidad científica estima que la ira es una emoción natural y, por tanto, no debe ser ni ignorada, ni minimizada.Ira no es lo mismo que agresión y no debe ser contemplada como una excusa para la agresión.

A mediados del mes de junio de 2013, he acudido a un taller de mediación, organizado por la Asociación Madrileña de Mediadores e impartido por el eminente mediador y abogado, Francisco Díez, acerca de las "Conversaciones Difíciles" y que se ha centrado en establecer un marco de acción  contra la perturbación que supone encontrarnos de cara con las personalidades poco o nada proclives a acuerdos favorables. D. Francisco Díez ha seguido el método Ury-Fisher de la Escuela de Harvard. He de  decir que su exposición ha sido brillante, pero permítaseme poner en duda que el Método de Harvard aporte primero un conocimiento profundo de lo que es la ira y,segundo, un enfoque verdaderamente práctico para manejar  la ira  en mediación. No puedo negar el esfuerzo de este método en abrirse a un campo como la mediación familiar, ni sus iniciativas, pero tampoco puedo esconder mis dudas sobre su eficacia en este aspecto..Las causas sobre mis temores son varias:
           1.- Superficialidad del método: el método es útil, pero profundiza muy poco en la naturaleza humana. Está tan acostumbrado a aplicar estas estrategias en otros campos que hay un cierto resabio. La mediación familiar es tan especial, habla tanto de nosotros, de nuestra propia naturaleza de humanos que nos obliga a remirarnos aún más y tratar de conocer de dónde provienen nuestras pasiones más ignotas y cómo superarlas para encarar nuestras relaciones con sosiego.
            2.- Da por hecho la viabilidad del método en todos los casos. Olvida la tremenda dificultad, cuando no imposibilidad manifiesta, que se va a encontrar el mediador cuando aparezca en su despacho un cliente con personalidad límite (borderline), otro con trastorno bipolar u otro afectado por el llamado Síndrome del Hombre Irritable (IMS). Esta circunstancia prueba la necesidad de la comediación, pues conocimientos aportados por diferentes profesionales con diferentes enfoques.y no es sólo el Método de Harvard el que muestra sus deficiencias. Igualmente, el psicoanálisis no ha dado grandes pasos  al respecto. Ya Lacan , entre 1959 y 60, en la octava clase del seminario titulado "La Ética del Psicoanálisis", se quejaba de forma amarga de lo poco que le había interesado la ira al psicoanálisis. Es cierto que han sido y son muchas las investigaciones sobre esta emoción que causa tantos desastres sociales y personales y nos arrima al hastío. Y también es cierto, que nunca ha dejado de haber un interés científico-técnico sobre la ira y sus múltiples concomitantes, pero tras haber repasado en profundidad la historia de esta emoción me he dado cuenta de que ya los clásicos habían percibido con claridad gran parte de los rincones escondidos de esta emoción.Ya en el siglo I antes de Cristo se conocía bastante bien, por poner un ejemplo, el “trastorno bipolar” o “síndrome maníaco depresivo”, como se le conoce técnicamente y cuáles eran sus trastornos aparejados, entre ellos, la ira en cualquiera de sus fases, tanto en la fase maníaca como en la depresiva, con diferentes alteraciones.En los siglos IV y V antes de C. se habían escrito tratados enjundiosos o diálogos muy demostrativos de la naturaleza de esta emoción y habíamos quedado literalmente prendados no sólo de su belleza estilística, sino del reflejo científico, técnico, literario y humanista de sus descripciones.Plutarco había escrito en el siglo II de nuestra era un tratado, que me parece magistral acerca del refrenamiento de la ira.Desde entonces, sí, ha habido muchas investigaciones, más clínico-psicológico-psiquiátricas que otra cosa, pero investigaciones las ha habido.No puedo negar que tras la aparición de la ley 5/2012 de Mediación en asuntos civiles y mercantiles, se ha recuperado el interés por lo que la ira significa en nuestras vidas, pero creo que ese interés falta por ser pulido, organizado, desarrollado, pues el mediador no debe ser el Gary Cooper que quede sólo ante tamaño peligro.No obstante, si esta recuperación del interés por la ira resulta ser tan sincera y mantenida en el tiempo como deseo, la saludo con enorme reverencia.Pienso que el mediador, en un mundo cada vez más convulso y complejo, que cada vez cambia con mayor rapidez, debe afrontar retos extremos y éste es uno de ellos. Nos ha costado miles de años de evolución aprender a leer y escribir, pero nos está costado mucho más tiempo entender nuestras propias emociones y su alcance.Confío en que seamos capaces entre todos de aprender cuantas técnicas sean posibles para efectuar la mediación con el mayor rigor y hacer que se eleve a arte nuestro trabajo, pero mucho antes que todo ello debemos poner todo nuestro empeño en tratar de entendernos sin destrozarnos y poder crear sin idealismos, un futuro de paz y no violencia.

Javier Puerta Velasco

Mediador-Experto en Solución de Conflictos

www.suarezabogadas.net

www.suarezypuertamediadores.net

 

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